miércoles, 3 de junio de 2009

Nuestra historia I

Aún cuando creía ser el más feliz de todos, me encuentro con un edificio de avanzadas prestaciones y mejores características que el que había adquirido el mes pasado. ¿Es la ambición de querer tener más o realmente es el momento de dar el gran salto? Hace más de veinte horas que vacilo entre mis dientes sin encontrar una respuesta concreta. Quizás la respuesta no la obtenga hasta que cambie de lugar. Mi cabeza está tan abrumada al igual que un avión que vuela con tormenta de madrugada. Tal es la similitud de la metáfora que siento que caigo en el vacío para aterrizar fatalmente; de pasar de tener todo a quedar con las manos vacías, repletas de lágrimas.
En un instante cierro los ojos, no por demasiado tiempo, y cuando ajusto mi visión todo era distinto. Ahí estaba, por fin. Sé que por alguna causa sucedió, no interesa la razón. Toqué el cielo con las manos y estoy convencido que, aunque los meses transcurran como segundos y se construyan mejores edificios, voy a ser el más feliz. Gracias por tu diálogo y tu confianza, pero por sobre todas las cosas, gracias por dejarme entrar en lo más profundo de tu corazón.

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